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Reflexiones y claves a raíz del Encuentro Internacional Feminista. Madrid 2023


 

La Comisión Social ha participado el pasado mes de febrero en el Encuentro Internacional Feminista “We call it feminism” organizado por el Ministerio de Igualdad en la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid. Feministas del mundo académico, político-institucional, profesional, civil y activista de todo el mundo compartimos durante tres días perspectivas y miradas en torno a  diferentes temas que consideramos especialmente relevantes y que el movimiento feminista ya ha situado como prioridades en el camino hacia un mundo mejor.

 Entre las aproximadamente 100 ponentes que formaron parte del programa se encontraba la ecofeminista india Vandana Shiva o Reem Al Salem, relatora especial de la ONU para la violencia de género, que ha llegado a comparar la violencia institucional que viven algunas mujeres víctimas de violencia de género en España y sus hijos con la tortura.

En este encuentro, en el que hemos participado más de mil personas, hemos disfrutado de compartir reflexiones y dilemas cruciales que enfrentamos como humanidad. Reflexiones en torno al neoliberalismo, la familia, la democracia, el antirracismo, el consentimiento y libertades sexuales, la cultura,  los cuidados, los derechos humanos, las maternidades, políticas públicas, estética y gordofobia, derecho al aborto, salud y sistema sanitario, violencias machistas, derechos lgtbi, reflexiones en torno al poder desde una mirada feminista… Temas todos ellos, que las profesionales que acompañamos no podemos obviar, ya que atraviesan los cuerpos y vivencias de las personas, grupos y comunidades a las que acompañamos. Me gustaría compartir algunas reflexiones y claves recogidas en torno a dos mesas/temas que me tocaron e inspiraron profundamente.

¿Cómo acabar con la violencia y construir procesos de paz? “Necesitamos bajar la teoría a la realidad” (Melike Yasar)

La mesa de “defensa de la paz” fue realmente emocionante e inspiradora. Fue ineludible hablar de la guerra entre Ucrania y Rusia y el empeoramiento y estancamiento del proceso de negociación, así como las consecuencias para la población civil. También se nombraron otras guerras actuales más invisibles, como por ejemplo, en estos momentos, en Sudán. Quiero traer lo compartido en esta mesa e invitarnos a reflexionar llevando la mirada hacia las guerras más cercanas, hacia la violencia que se libra en nuestro entorno cercano y hacia la gestión que hacemos de los conflictos: espacios colectivos, profesionales, familiares... y especialmente, y la guerra y violencia que se libra en nuestro entorno más cercano hacia las mujeres y sus hijos víctimas de violencia en nuestros entornos más cercanos.

Recuerda Melike Yasar del Movimiento de Mujeres del Kurdistán: “lo más difícil es defender la paz cuando estás siendo diana de la violencia de la guerra. A nosotras se nos ha juzgado por defendernos de la violencia”. Pienso en cuántas mujeres que conocemos han sido juzgadas por defenderse de la violencia hacia ellas o hacia sus hijos/as muy cerca nuestro, incluso alguna de ellas se encuentra hoy en la cárcel por ello, mientras su agresor permanece en libertad. Recuerda María José Pizarro Rodríguez, senadora del Pacto Histórico de Paz en Colombia cómo “cada vez que fracasa un proceso de paz la violencia es cada vez peor, especialmente hacia las mujeres que defendían la paz y las comunidades y hacia sus hijos/as”. Pienso en cuando fracasa un proceso de conflicto en un grupo, en un barrio, en una comunidad y cuántas veces he visto cómo empeora la violencia y la impotencia de la parte más vulnerable. ¿Por dónde apunta la salida entonces? Algunas reflexiones y claves compartidas entre las defensoras de paz de países como Colombia, Kurdistán, Etiopía, Congo y la Directora regional de ONU Mujeres y Aministía Internacional fueron:

- Garantizar un cese al fuego y medidas concretas para proteger a las mujeres (y niños/as) y sociedad civil que ha sido víctima de la violencia. Sin esta condición, no podemos hablar de proceso de paz y de diálogo.

- Diferenciar entre violencia y defensa y autodefensa de las víctimas. Es importante legitimar la defensa y autodefensa de las mujeres mientras no cese la violencia.

- Urgencia de que desaprendamos la guerra en la manera de abordar los conflictos.

- No basta con declararnos feministas, antirracistas, antimilitaristas… Necesitamos activamente comprometernos en cómo aterrizar esto en nuestro día a día. Necesitamos bajar la teoría a la realidad. Esa es la dificultad y el reto.

- Los discursos de desarme acaban privilegiando a la parte violenta en la mayor parte de los conflictos bélicos.

- Si las medidas son de maquillaje, no cambia nada. Es necesario profundizar y garantizar que las violencias se eliminen. Por diferentes factores, las mujeres desconfiamos de las instituciones que son garantes de la impunidad, es fundamental reconocer los feminicidios y reconocer las violencias hacia las mujeres, las comunidades y sus hijos/as.

- Sin rendición de cuentas de los agresores y reparación a las víctimas no es posible la paz.

- Protección a las mujeres y niños/as. Poner a una víctima frente a su agresor (juicios por violencia de género e intrafamiliar en nuestro país, por ejemplo) puede ser retraumatizante para la víctima. En muchos casos los procesos judiciales suelen cuestionar la vivencia de las víctimas de violencia de género o incluso mandar a la cárcel como estamos viendo en algunos casos por proteger a sus hijos/as de la violencia de los padres. Esto no significa no trabajar con los agresores y no trabajar en en procesos de integración social de los agresores. En algunos países en conflicto, las víctimas se encuentran a quién asesinó a su familia por su barrio o en España, las víctimas de violencia de género a sus agresores. La prioridad debe ser la reparación y protección a las víctimas.

Salida al cambio climático: poner en el centro el cuidado de la tierra y de las personas, de todas las personas y comunidades.

La cuestión del cambio climático, la destrucción y sometimiento capitalista y patriarcal de la tierra y de nuestros cuerpos está poniendo en peligro nuestra necesidad de vivir, de bienestar, de disfrutar de la vida. Y he aquí donde necesitamos incluir la “cuestión social” para enfocar una salida que nos incluya a todas y todos.  “¿Pero...por qué? Si yo lo que quiero es vivir en el campo y comer ecológico” – me dice un día un amigo-. Si miramos más allá de nuestro ombligo, en este momento existe una distribución desigual del bienestar, las gestaltistas sabemos que hay personas que no pueden permitirse acudir a un proceso de acompañamiento gestáltico, no todo el mundo puede comer comida ecológica o respirar aire limpio. Actualmente sabemos, que algunas personas y comunidades van a llevar peores vidas que otras a raíz del cambio climático. El ecofeminismo pone en el centro que la tierra y las mujeres (las partes más dañadas por el patriarcado) estamos vivas y tenemos una fuerza creativa, y que también hemos de recordar que no estamos solas, que estamos acompañadas de hombres que también viven este daño en sus cuerpos y de otras especies que están siendo dañadas. Nos recuerda que necesitamos enfocar una salida que ponga en el centro el cuidado de los cuerpos y la tierra y sus especies, de todas, no sólo de unas pocas.

Lourdes Hernanz García

Trabajadora social comunitaria y Consultora en Terapia Gestalt

para personas y organizaciones sociales. Miembro de la Comisión Social de la AETG

 


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