La Comisión Social ha participado el pasado mes de
febrero en el Encuentro Internacional Feminista “We call it feminism”
organizado por el Ministerio de Igualdad en la Facultad de Medicina de la
Universidad Complutense de Madrid. Feministas del mundo académico,
político-institucional, profesional, civil y activista de todo el mundo
compartimos durante tres días perspectivas y miradas en torno a diferentes temas que consideramos
especialmente relevantes y que el movimiento feminista ya ha situado como prioridades
en el camino hacia un mundo mejor.
En este encuentro, en el que hemos participado más de mil
personas, hemos disfrutado de compartir reflexiones y dilemas cruciales que
enfrentamos como humanidad. Reflexiones en torno al neoliberalismo, la familia, la democracia,
el antirracismo, el consentimiento y libertades sexuales, la cultura, los cuidados, los derechos humanos, las maternidades,
políticas públicas, estética y gordofobia, derecho al aborto, salud y sistema
sanitario, violencias machistas, derechos lgtbi, reflexiones en torno al poder
desde una mirada feminista… Temas todos ellos, que las profesionales que
acompañamos no podemos obviar, ya que atraviesan los cuerpos y vivencias de las
personas, grupos y comunidades a las que acompañamos. Me gustaría compartir algunas
reflexiones y claves recogidas en torno a dos mesas/temas que me tocaron e
inspiraron profundamente.
¿Cómo
acabar con la violencia y construir procesos de paz? “Necesitamos bajar la
teoría a la realidad” (Melike Yasar)
La
mesa de “defensa de la paz” fue realmente emocionante e inspiradora. Fue
ineludible hablar de la guerra entre Ucrania y Rusia y el empeoramiento y
estancamiento del proceso de negociación, así como las consecuencias para la
población civil. También se nombraron otras guerras actuales más invisibles,
como por ejemplo, en estos momentos, en Sudán. Quiero traer lo compartido en
esta mesa e invitarnos a reflexionar llevando la mirada hacia las guerras más
cercanas, hacia la violencia que se libra en nuestro entorno cercano y hacia la
gestión que hacemos de los conflictos: espacios colectivos, profesionales, familiares...
y especialmente, y la guerra y violencia que se libra en nuestro entorno más
cercano hacia las mujeres y sus hijos víctimas de violencia en nuestros
entornos más cercanos.
Recuerda
Melike Yasar del Movimiento de Mujeres del Kurdistán: “lo más difícil es
defender la paz cuando estás siendo diana de la violencia de la guerra. A
nosotras se nos ha juzgado por defendernos de la violencia”. Pienso en cuántas
mujeres que conocemos han sido juzgadas por defenderse de la violencia hacia
ellas o hacia sus hijos/as muy cerca nuestro, incluso alguna de ellas se
encuentra hoy en la cárcel por ello, mientras su agresor permanece en libertad.
Recuerda María José Pizarro Rodríguez, senadora del Pacto Histórico de Paz en
Colombia cómo “cada vez que fracasa un proceso de paz la violencia es cada vez
peor, especialmente hacia las mujeres que defendían la paz y las comunidades y
hacia sus hijos/as”. Pienso en cuando fracasa un proceso de conflicto en un
grupo, en un barrio, en una comunidad y cuántas veces he visto cómo empeora la
violencia y la impotencia de la parte más vulnerable. ¿Por dónde apunta la
salida entonces? Algunas reflexiones y claves compartidas entre las defensoras
de paz de países como Colombia, Kurdistán, Etiopía, Congo y la Directora
regional de ONU Mujeres y Aministía Internacional fueron:
-
Garantizar un cese al fuego y medidas concretas para proteger a las mujeres (y
niños/as) y sociedad civil que ha sido víctima de la violencia. Sin esta
condición, no podemos hablar de proceso de paz y de diálogo.
-
Diferenciar entre violencia y defensa y autodefensa de las víctimas. Es
importante legitimar la defensa y autodefensa de las mujeres mientras no cese
la violencia.
- Urgencia
de que desaprendamos la guerra en la manera de abordar los conflictos.
- No
basta con declararnos feministas, antirracistas, antimilitaristas… Necesitamos
activamente comprometernos en cómo aterrizar esto en nuestro día a día.
Necesitamos bajar la teoría a la realidad. Esa es la dificultad y el reto.
-
Los discursos de desarme acaban privilegiando a la parte violenta en la mayor
parte de los conflictos bélicos.
- Si
las medidas son de maquillaje, no cambia nada. Es necesario profundizar y
garantizar que las violencias se eliminen. Por diferentes factores, las mujeres
desconfiamos de las instituciones que son garantes de la impunidad, es
fundamental reconocer los feminicidios y reconocer las violencias hacia las
mujeres, las comunidades y sus hijos/as.
- Sin
rendición de cuentas de los agresores y reparación a las víctimas no es posible
la paz.
-
Protección a las mujeres y niños/as. Poner a una víctima frente a su agresor
(juicios por violencia de género e intrafamiliar en nuestro país, por ejemplo)
puede ser retraumatizante para la víctima. En muchos casos los procesos
judiciales suelen cuestionar la vivencia de las víctimas de violencia de género
o incluso mandar a la cárcel como estamos viendo en algunos casos por proteger
a sus hijos/as de la violencia de los padres. Esto no significa no trabajar con
los agresores y no trabajar en en procesos de integración social de los
agresores. En algunos países en conflicto, las víctimas se encuentran a quién
asesinó a su familia por su barrio o en España, las víctimas de violencia de
género a sus agresores. La prioridad debe ser la reparación y protección a las
víctimas.
Salida
al cambio climático: poner en el centro el cuidado de la tierra y de las
personas, de todas las personas y comunidades.
La
cuestión del cambio climático, la destrucción y sometimiento capitalista y
patriarcal de la tierra y de nuestros cuerpos está poniendo en peligro nuestra
necesidad de vivir, de bienestar, de disfrutar de la vida. Y he aquí donde
necesitamos incluir la “cuestión social” para enfocar una salida que nos
incluya a todas y todos. “¿Pero...por
qué? Si yo lo que quiero es vivir en el campo y comer ecológico” – me dice un
día un amigo-. Si miramos más allá de nuestro ombligo, en este momento existe
una distribución desigual del bienestar, las gestaltistas sabemos que hay
personas que no pueden permitirse acudir a un proceso de acompañamiento
gestáltico, no todo el mundo puede comer comida ecológica o respirar aire
limpio. Actualmente sabemos, que algunas personas y comunidades van a llevar
peores vidas que otras a raíz del cambio climático. El ecofeminismo pone en el
centro que la tierra y las mujeres (las partes más dañadas por el patriarcado)
estamos vivas y tenemos una fuerza creativa, y que también hemos de recordar
que no estamos solas, que estamos acompañadas de hombres que también viven este
daño en sus cuerpos y de otras especies que están siendo dañadas. Nos recuerda que
necesitamos enfocar una salida que ponga en el centro el cuidado de los cuerpos
y la tierra y sus especies, de todas, no sólo de unas pocas.
Lourdes Hernanz García
Trabajadora social comunitaria y Consultora en Terapia Gestalt
para personas y organizaciones sociales. Miembro de la Comisión Social
de la AETG
Comentarios
Publicar un comentario