Educación
Emocional y Prevención de Adicciones
Francisco Sierra Luque: Educador Social y Terapeuta Gestaltico
Purificación A. Borrego García: Diplomada en Magisterio, Psicóloga y Terapeuta Gestaltica
Coordinadores de Alejandría (Formación y Terapia)
Este es un articulo que publicamos en Mayo de 2006 en la revista numero 46 de la Federación Andaluza de
Drogodependencias y Sida ENLACE, hace ya 14 años andabamos reflexionando y trabajando con grupos sobre la educacion emocional y la utilidad en asuntos como la prevención de adicciones, tanto Pura como yo habiamos vivido la explosión del problema de la heroina en Andalucia y ambos participamos aun sin conocernos en diferentes programas relacionados con la prevención.
Nos gustaría aprovechar esta oportunidad para trasmitir
lo importante que es el mundo emocional en nuestras vidas, de cómo una armonía
en este sentido es un factor de protección para la prevención de adicciones y
otros malestares sociales.
Cada día sentimos,
como nuestra vitalidad, nuestras relaciones, ideas, toma de decisiones,
motivaciones, iniciativas, capacidad de resolución de conflictos, encuentros y
desencuentros están modulados por la calidad de nuestras emociones
Entonces ….. ¿Que es lo que ocurre? ¿Cual es el lugar que
ocupan? ¿Por qué nos cuestionamos su importancia?.
Al igual que estamos
convencidos de que con el reconocimiento y respeto de los derechos de grupos
minoritarios y/o desvalorizados se evitarían muchos sufrimientos y todos/as
ganaríamos, esa misma integración es la que creemos que es necesaria darle al
mundo emocional, en la persona, en la educación, en lo social.
Un poco de historia
No es nueva la
idea de la importancia de las emociones, aunque partimos de una cultura
histórica en la que se le ha mostrado mucha desconfianza. A principios del
siglo XX distintas corrientes de la psicología, especialmente las más
humanistas, nos introducen en la cultura
de “los grupos terapéuticos y de crecimiento personal” en los cuales un punto central de su dinámica
está en la aceptación de los afectos y sentimientos provocados en la
interacción grupal. Es a finales del siglo XX cuando se empieza a replantear la
educación emocional de forma mayoritaria, y es probable que haya sido por el momento sociocultural que vivimos y su relación con el éxito
personal y profesional, lo que ha hecho que se abran tantos ojos y oídos a algo
que siempre ha estado en la esencia de la persona.
En 1990 Mayer y Salovey , partiendo
de la concepción de inteligencias múltiples en la persona, crean el modelo de
procesamiento emocional de la información, hablan del concepto de Inteligencia
Emocional como un vino que aunque no es nuevo apenas se ha probado. Es Goleman, basándose en los trabajos de
estos autores, aunque realizando su propio modelo, quién en el best séller “la Inteligencia
Emocional”( 1995), señalaría la Competencia emocional como determinante en el
éxito personal y profesional provocando una extensa difusión de este concepto.
Desde distintas perspectivas: educativa, social, empresarial… se empieza a
considerar la inteligencia emocional como un componente de la personalidad al que mirar de forma mucho más seria de lo
que hasta ahora hemos hecho.
A partir de aquí proliferan trabajos, tratando de motivar hacía la
necesidad de la educación emocional en el sistema educativo, como parcela
desatendida y de gran influencia en el rendimiento escolar, en la madurez de la
persona que se educa y de las ventajas
que encontraría el profesorado al desarrollar su inteligencia emocional para
afrontar los múltiples conflictos que en nuestra época empiezan a visionarse
como alarmantes en este ámbito (el acoso y la violencia escolar, la
desmotivación, la falta de disciplina…)
Otras propuestas, apuestan por la educación emocional como forma de intervenir en los programas de
violencia de género; en el mundo empresarial como herramienta para la eficacia, el éxito así como la gestión eficiente de
equipos de trabajo y desde el campo de lo social una habilidad necesaria para
el cuidado del cuidador y del profesional.
Educación Emocional en prevención de adicciones
Queremos contribuir al debate sobre este tema insistiendo en la vinculación
directa entre educación emocional y la prevención de adicciones
En el caso de las drogodependencias nos hemos sentido
atraídos por conocer las raíces de este problema y hasta en los momentos de más
rabia social y de impotencia ante este fenómeno han aparecido los
planteamientos sobre la necesidad de la prevención.
Prevenir las
drogodependencias se convirtió en un camino que pronto fue señalado por las personas
involucradas en el tema como la salida más coherente y necesaria. Teníamos que indagar para diseñar estrategias a medio y largo plazo. Sabíamos a donde
queríamos llegar pero no estaba del todo claro el como. Se han
desarrollado iniciativas muy variadas: el control de la oferta, la necesidad de
información, la sensibilización social, el cambio de actitudes, alternativas al
ocio y al tiempo libre, escuelas de familias…y todo ello generando un
movimiento asociativo de dimensiones extraordinarias en Andalucía.
La reflexión y
análisis de esta problemática, en los grupos
de trabajo, en los talleres, en los cursos que hemos tenido la suerte de poder
dinamizar, nos situaban la mayoría de la veces
ante la necesidad de reforzar a la persona, donde convergían tanto los factores de riesgo, como
los de protección.
Sin perder de vista la
responsabilidad de la estructura social en la generación de enfermedades
sociales, donde podemos incluir las adicciones y todos los desencadenantes de
las mismas por el tratamiento social del objeto adictivo y de las personas que se ven inmersas en estas
circunstancias, hay una parte de responsabilidad individual de cara a la
adicción. El reconocimiento de esta responsabilidad individual y la confianza
en la capacidad y libertad de las personas para decidir, son los principios que
nos guían en la apuesta para trabajar sus fortalezas
La persona se encuentra en muchos momentos de su vida en una encrucijada entre lo que es, lo que
cree que es, lo que espera de su vida,
las expectativas depositadas en ella, sus deseos, sus necesidades, las
exigencias externas e internas, los temores, separaciones, duelos, frustraciones,
inseguridades, dependencias, carencias… y todo esto moviliza un conjunto de
emociones y sentimientos a veces de no muy fácil asimilación, más aún si su
educación no ha tenido en cuenta que estas podrían ser circunstancias vitales
con las que se encontraría. Esta falta de preparación, de como afrontarlo y no
vivirlo como un aspecto más de nuestra existencia, puede acabar generando mas
de un cortocircuito capaz de confundir, de buscar intentos de resolución por
caminos inadecuados y de hacer “enfermar” al individuo llevándolo a desarrollar
a veces comportamientos destructivos tanto para él como para su medio.
La educación emocional por si sola
no es la panacea, que nos va a extinguir el problema de las adicciones,
probablemente tampoco resuelva definitivamente el fracaso escolar, el maltrato
de cualquier tipo ni nos sitúe en un escenario de paz, concordia y felicidad,
lo que si creemos es que sin abordar este tema de forma seria no lograremos
situarnos en una predisposición que
contemple a la persona en su totalidad y que posibilite la creación de contextos
preventivos
Vamos a desglosar algunas razones:
· En la base
de la educación emocional está la compresión de nosotros mismos (conciencia)
algo tan sencillo como notar y descifrar una emoción cuando aparece, hacernos
cargo de ella, tenerla en cuenta. Es el primer paso a educar y necesario para desarrollar una conciencia empática de
los demás.
·
La
empatía implica en si misma
actitudes interpersonales y grupales que
nos acercan a los demás no solo desde la razón sino que somos capaces de
acercarnos a su mundo emocional, a la comprensión de sus sentimientos, a
ponernos en el lugar del otro, compartir sus emociones sin confundirlas con las
nuestras. Estas habilidades personales se convierten en una vacuna contra el
rechazo y la desvalorización, aspectos implícitos en comportamientos de falta
de respeto o aceptación hacia realidades diferentes (inmigrantes, hombres o
mujeres, jóvenes o ancianos, drogodependientes, homosexuales…..)
·
Nos
permitiría el acercarnos a la riqueza y complejidad emocional humana desde la
confianza que da el reconocer la función de las emociones en la supervivencia
·
Otro
beneficio de la educación emocional es
desarrollar la capacidad de expresión de emociones (su déficit, además de ser
causa de dificultades relacionales y de comunicación desencadenan enfermedades
psicosomáticas y otras emocionales como ansiedad, depresión, problemas de
sueño, anorexia…)
·
El dominio
emocional, es decir la capacidad de elegir el momento y calidad de expresión
de nuestras emociones, sería la etapa
más avanzada de esta educación. La carencia de esta habilidad es consecuencia
de otras alteraciones como falta de control de impulsos, violencias,
inhibiciones….
· Por último
señalar la riqueza de la integración de nuestras emociones, en nuestros
movimientos, relaciones, toma de decisiones. No vivir nuestras partes, “lo que
pienso, lo que siento”, como rivalidades sino como aspectos que se enriquecen
para la comprensión de nosotros mismos y del mundo que nos rodea….”
Muchos de los síntomas personales
y actitudes interpersonales que en estos párrafos se señalan son considerados
como factores de riesgo de adicciones. En
contraposición la educación emocional se puede considerar un factor de
protección de primer orden al fortalecer las habilidades personales que facilitan las
relaciones con los demás y la creación
de contextos preventivos.
Metodología de la intervención en la Educación Emocional
Llegados a este punto nos planteamos como hacer para
fortalecer la capacidad para identificar el mundo emocional y dominarlo, ser
capaces de canalizar la expresión emocional de la manera más saludable posible,
de establecer los criterios para desde ese lugar poder relacionarse sin la
necesidad de ocultarse, disfrazarse de lo que no es o manifestarse de forma
impulsiva arriesgando su integridad o la de otras personas.
Un handicap que aún no
parece del todo resuelto, es la forma,
la metodología a usar para una educación emocional. Hay programas que pretenden
esta educación fundamentalmente desde lo racional y desde ahí seguirá quedando
la carencia en el mismo plano que ahora tenemos, el del mundo emocional, el de
los sentimientos.
En nuestro trabajo estamos experimentando la metodología vivencial
como herramienta para la educación emocional ya que en sí misma contempla la
integración de lo cognitivo, lo emocional y lo conductual, movilizando el
potencial de las personas participantes, permitiendo un fácil acercamiento a
sus sentimientos y afectos. Con ella, a través de la acción, podemos ayudar a
descubrir aquellos aspectos negados o reprimidos y desde ahí revisarlos,
descubrir sus potencialidades, de tal forma, que nos permitan atravesar los
bloqueos emocionales, reconociéndolos para acercarnos a una expresión mas libre
y saludable.
Ahora bien,
¿quién podría desarrollar esta función de educación emocional? En un principio
cualquiera que tuviera la responsabilidad de educar (padres, madres, monitores/as,
educadores/as, profesores/as…) No
necesariamente la educación emocional es algo que se desarrolla en talleres o
espacios estructurados para ello. Al relacionarnos, sobre todo desde posiciones
de autoridad (y esta fundamentalmente afectiva) se trasmite desde el modelado,
tengamos o no conciencia de ello. La falta de conciencia, no implicaría no
trasmitir modelos sino solo la enajenación de la calidad de nuestra influencia
Teniendo en cuenta que esta área de la educación ha estado pobre de contenido
incluso perteneciente al mundo de las sombras o al de lo privado, es probable
que nuestras buenas intenciones no basten ya que no
podemos educar lo que no conocemos, lo que no tenemos desarrollado. Nos
encontraríamos en la necesidad de que estos agentes de situación privilegiada
en la educación, pudiesen revisar su
competencia para desarrollar esa función de educadores emocionales.
En algunos trabajos ya se señala la necesidad de la figura de los/as educadores/as emocionales, aspecto con
el que estamos de acuerdo. No podemos reconocer, tratar de implantar la
educación emocional y no facilitar las habilidades y las herramientas a quién
no las posea. Desde ahí solo nos quedaremos en intenciones
Nos encontramos con una cadena de procesos educativos que sería necesaria
comenzar cuanto antes. Pasar ya de esta ardua tarea de justificación de su
necesidad (de tan clara evidencia) a
establecer estrategias y mecanismos que faciliten un fácil y asequible acceso a esta formación.
Por último señalar
que el crecimiento emocional de una persona es un proceso permanente, que nos acerca a hacernos un poco más libres y sabios/as, a encontrar el camino
para no depositar nuestra responsabilidad en nada ni en nadie.
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